Antes de comenzar la crónica de ésta marcha, quiero expresar mi admiración al escritor alicantino Gabriel Miró (1879-1930), que tan maravillosamente describió los paisajes y personas de estas tierras de la Marina Baixa y denominó al Ponoch " El León Dormido" vigía del Valle de Guadalest.
Aún recuerdo, cerca de mi casa en el barrio de Benalúa, la placa indicativa en una finca de la plaza Navarro Rodrigo "AQUI VIVIO GABRIEL MIRO". yo después de leer algunos libros suyos, iba a aquella finca, y le daba las gracias por sus libros que tan buenos ratos me hacía pasar.





Al final de ésta pendiente, a la derecha nos encontramos la señal de desviación(7) y así internarnos ya en un "puro sendero" e impregnarnos de aroma de matorrales, esparragueras y escalonados bancales con restos de antiguos cultivos algarrobos y olivos.
Varias terrazas nos dan un respiro en éstas primeras subidas, en una de ella un "arquitectónico" hito(8) nos indica la dirección a tomar.





Nuestros pasos nos acercaban más a las paredes del Peña Roc, nos codeabamos con la naturaleza en el camino, la vegetación y a la izquierda las paredes de Peña Roc, cerraban nuestro marcha.

Continuamos con unos ligeros desniveles y recodos, en cada uno de ellos nos esperaba una sorpresa que acompañada con la "banda sonora del día"(el aire )y las matas de lavanda y tomillo aromaban la pequeña subida.






Ante de dar por finalizado ésta parte de la marcha, nos volvimos para despedirnos y captar (22), las vistas que aparecía entre un collado del Cavall.




A la bajada fuimos pisando grandes piedras que si nuestros pies hubieran hablado con ellas el dialogo no hubiera sido apto relatarlo en éstas lineas.
Nuestra proximidad a la finca "La Carrasca", nos guiaba por un sendero entre árboles que en futuro darán fruta, el tomillo, romero y salvia eran sus vecinos ya en las laderas de la montanas.
Hasta "La Carrasca" existe una pista, accesible a todos los vehículos que tiene el inicio en Sella.
Permitiendo al aventurero enlazar con éste sendero y o inicar otros.
A l izquierda de la finca, el sendero cambia totalmente, éste se convierte en un camino de grandes piedra, haciéndole incómodo, sólo al empezar, existe un paso algo peligroso, donde nuestras manos intervinieron por primera y única vez. Ya al final del camino algo mejor, nos permitió ver nuestro destino(28), la cima del Ponoch.

La bajada hacia el Collado del LLan se hizo lenta para dar descanso a nuestras piernas y acometer la ascensión con fuerza.


El cuerpo pedía un descanso los 11 km que nuestras piernas llevaban era la excusa, pero al alzar la vista, nuestras miradas captaron éstos maravillosos ejemplares de águilas, a los lejos en sus altos vuelos de crucero, sin alboroto como buscando una presa, ya más bajas, pudimos conteplar el pecho blanco de ellas. Ésta ha sido la primera vez que he podido observar ésta clase de aves en la zona.
A nuestra izquierda con su más de 1.100 metros "El Sanchet".
Ya cerca de la cima, el aire, no sólo el de hoy si no el que el que vive aquí, el que la hecho cuevas el que ha dado forma a éstas montañas se había vuelto "escultor" como deseando hacer un homenaje a quienes visitamos las cimas.
Captamos ésta foto. (37)
La banda musical de la marcha de hoy "el aire" nos recibió en la cima con sus notas más altas las rachas eran continuas y fuertes, apenas estuvimos unos minutos para sacar algunas fotos y buscar un lugar para protegernos de los músicos.
Iniciamos la bajada sin incidencias, la fuerza del viento habia disminuido, por lo que decidimos buscar un lugar en donde dar premio a nuestro estómago por lo bién que se había portado eran cerca de las 14,30 y sólo llevabamos en nuestro interior algunas pieza de fruta y el líquido refrigerante consumidos horas antes.
Ya en el Collado de Llam, se vé esta señal indicativa de nuestro sendero y otros.
El Colllado del Llam es la puerta del comienzo del descenso hacia la "Casa de Dios" unos 45 minutos nos separaban del punto de inicio, el sendero está recientemente arreglado lo que nos permitió sin dificultar y con otros senderista ir venciéndolo.

Hicimos un intento de averiguar la ruta para subir al Sanchet (26), pero la poca señalización y
el mal camino nos hizo cambiar de opinión.

Permitiendo al aventurero enlazar con éste sendero y o inicar otros.


La bajada hacia el Collado del LLan se hizo lenta para dar descanso a nuestras piernas y acometer la ascensión con fuerza.
Entre carrascos, jóvenes pinos y otra vegetación iniciamos la subida por un sendero variado, a veces cómodo y otras entre rocas que obligaba a buscar la señal de PR, antes de dar un paso en falso y tener que desandar lo realizado.




El cuerpo pedía un descanso los 11 km que nuestras piernas llevaban era la excusa, pero al alzar la vista, nuestras miradas captaron éstos maravillosos ejemplares de águilas, a los lejos en sus altos vuelos de crucero, sin alboroto como buscando una presa, ya más bajas, pudimos conteplar el pecho blanco de ellas. Ésta ha sido la primera vez que he podido observar ésta clase de aves en la zona.





